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Febrero 15, 2017
Nutrición, ingresos e igualdad de género en una legumbre: el uso del chocho en Ecuador



El chocho, o altramuz, probablemente sea una de las legumbres cuyo uso y propiedades son más desconocidas. No lo es para el Gobierno de Ecuador. Durante los últimos años ha investigado las propiedades de esta legumbre y ha hecho parte de su política nacional la expansión de su cultivo consciente del gran potencial del chocho en la mejora de la salud y del estado nutricional de las poblaciones con riesgo de exclusión  del Ecuador.

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el chocho es un alimento altamente nutricional. Casi en su 50% es proteína, ácidos grasos esenciales, además de carbohidratos, vitaminas y minerales. El chocho, tiene la propiedad de poderse cultivar en áreas secas y arenosas ubicadas entre 2.400 y 3.500 metros de altitud, y por lo tanto con gran potencial de convertirse en una fuerte importante de alimentación en la montañosa Sierra de Ecuador, donde viven parte de la población con una situación nutricional más deficiente en el país. El chocho es rico en hierro y otros minerales como fósforo y zinc. Se trata además de un alimento sin gluten, lo que permite su consumo por personas celíacas.


Programa piloto en Imbabura

Con esta premisa, el Programa Conjunto del Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en Imbabura, en Ecuador, ha potenciado un enfoque integrado a la producción del chocho: que va desde el fortalecimiento de capacidades en la producción y manejo, la cosecha, la demostración de cómo se puede incorporar a la dieta familiar, el apoyo en la comercializacióny la adaptación climática para reducir las pérdidas pos-cosechas. Es parte además de la cultura andina, habiendo el chocho jugado un rol importante en los sistemas de producción en el pasado. Su cultivo se desvalorizó en los siglos recientes y revertir esta tendencia es hoy una oportunidad.

Ecológicamente, el chocho es reconocido como una de las leguminosas más eficientes para fijar el nitrógeno atmosférico y así  enriquecer el suelo para hacerlo más productivo, además en uno de los mejores abonos verdes. Su adaptación lo hace tolerante a suelos pobresy a las bajas temperaturas.

Mauricio Celín, del Cantón de Pimampiro (a una altitud de 2.500 metros metros) explica que se trata de la primera vez que ¨sembramos chocho en grandes extensiones. Va a ser para el consumo de la casa, pero también para comercializarlo y sacar semillas¨.

El 42,37% de participantes de esta iniciativa son mujeres, Aida Sandoval, de 54 años y residente de la comunidad de Cochas explica, mientras cuidadosamente selecciona chochos que utilizará como semillas, cómo sus 10 ¨guaguas¨ (o nietos como familiarmente se utiliza en la zona) les encanta llevar chochos con tostado a la escuela. ¨Todos los nietos lo llevan en su loncherita a la escuela. Antes cultivábamos el otro chocho que sabía crecer más alto pero que no aportaba tanto (cosecha). Pero se perdió y no teníamos la semilla. Ahora ya tenemos semilla¨.

De hecho, el programa ha identificado como clave asegurar la producción de semillas, y en búsqueda a la sostenibilidad en el medio y largo plazo, una vez que el programa finaliza en 2017, varios productores de chocho se han capacitado para convertirse en potenciales semilleristas de chocho certificados.


Parcelas agrodiversas

Para tener un impacto a largo plazo, los miembros de las comunidades comparten que es necesario diversificar y comercializar. Por ejemplo, Mauricio explica que a él también le gustaría ¨probar con la quinua a ver qué es y experimentar un poco.  Es bueno que apoyen al agricultor y que nos enseñen porque no siempre conocemos estas plantas”.

El mecanismo usado para capacitar de manera práctica a los productores ha sido la implementación de lotes experimentales, parcelas de tierra que los agricultores y agricultora pueden aprender el manejo de los cultivos. Pero como todo proceso nuevo, describe Diana Lechón, exige de la asistencia técnica y la colaboración. Diana explica con satisfacción que a través del cultivo de una hectárea en la comunidad de Chilco de donde ella es natural, ha tenido la oportunidad de sembrar chocho por primera vez. ¨Fue bueno para mis hijos y su nutrición¨. Pero fue aún mejor económicamente, ¨gracias a la capacitación, a las semillas, producimos 10 quintales que vendí en el mercado a un muy buen precio de 80  dólares por quintal¨.

Probablemente para quiénes lean esta historia, el chocho sea un producto distante y desconocido, apenas utilizado en su dieta diaria. No lo es ahora en Imbabura donde el programa del Fondo ODS, implementado por la FAO,  el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID), está mejorando la salud familiar, rescatando las preparaciones tradicionales de alimentos y creando nuevas oportunidades de ingreso. Todo ello en vista a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.